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Wednesday, April 8, 2009

Cómo llegaron los Kirchner a ser presidentes de la Argentina?

La respuesta obvia a esta pregunta es el recitar los caminos sinuosos por los que Argentina tuvo 8 presidentes en 25 años desde el retorno a las elecciones de 1983 -un promedio de 3 años por presidente-.

Todo comienza en 1989 con un giro sorpresivo que sale bien:



Un segundo nivel de análisis es hacer notar -como lo subrayan los excelentes artículos de Calvino y Arlt del año pasado- otro dato más sutil: la existencia de una "franquicia" post-peronista que ha gobernado 20 de esos 25 años, desde 1989 hasta el presente, con un intervalo breve y cataclísmico de la fórmula De la Rua (radical). Alvarez (peronista).



Buena parte de lo ocurrido tiene explicación en la dinámica interna de un PRI argentino, que recorre toda la gama -de capitalismo liberal a socialismo bolivariano- sin dejar una sola moneda -extranjera o local- sin levantar.

Pero quiero agregar aquí un tercer nivel de análisis: el del kirchnerismo, su origen y llegada al poder por la ventana surfeando en el mejor estilo del fascismo y bolchevismo de los años 30 sobre el desmoronamiento económico mediante la agitación populista.



El ascenso de los Kirchner repite algunos aspectos del fenómeno del nacional-socialismo alemán y el fascismo italiano: la apelación al nacionalismo hidrofóbico como mecanismo para cosechar y canalizar la humillación del fracaso político y económico y la consiguiente caída social volcando hacia pérfidos entes extranjeros la culpa por el fracaso y la miseria, y desviando la ira de sus destinatarios naturales locales. En esto, es el caudillo Duhalde quien descubre la pólvora y la utiliza por la espalda de De la Rua y su gobierno cocoliche.



Pero Duhalde -como el viejo Hindenburg- descubre pronto que los jóvenes Kirchner practican la clase de docilidad que sus colegas de la JP y Montoneros supieron practicar con el viejo Perón cuando entraron por la ventana de la mano del tío Cámpora. El besado de manos practicado con Menem durante 8 contiendas electorales es pronto reemplazado con una invasión de ex-camporistas y ex-montoneros con un brusco giro hacia el discurso marxistoide combinado con el refinamiento de la economía de la coima peronista.



Es en este último aspecto que la trayectoria al poder de los Kirchner recuerda ya al Lenín que llega escondido en un tren a la estación Finlandia, se enanca en el moderado gobierno de Kerensky y comienza robespierrinamente a lanzar acusaciones y lanzar a sus grupos de choque a poner a sus adversarios en la picota.



El método bolchevique de la propaganda furibunda y la crispación "moralista" le cae al bizco y seseoso Kirchner y su falta de carisma y calidez personal como un traje a medida: el entrenamiento de barricada universitaria sirve perfectamente para -cubierto en el manto de la defensa de los "derechos humanos"- ganar a la multitud cacheteando y encarcelando a los octogenarios torturadores del Proceso y los militares liquidados por Menem mediante la anorexia presupuestaria.



Mientras tanto, lo aprendido en el Sur entre 1977 y 1982 rapiñando 22 propiedades hipotecadas con la 1050 de Cavallo (en las que trabajaron como abogados rentistas sin abrir la boca ni participar en ningun reclamo por derechos humanos)





y exportando los fondos provinciales a Suiza




siguiendo los lineamientos curriculares de sus mentores Menem y Duhalde se convierte en el centro progresivo de su atención -al punto tal de dejar la Atención al Cliente de la Casa Rosada a su mujer -en el más puro estilo del almacén de campo- para atender a la Diosa Caja y un ejército de testaferros que contruyen amigopolios.

Nada de sociedades con extranjeros o pares: solamente subalternos que reciben órdenes directas de Puerto Madero.

Aún para un país como la Argentina, los Kirchner representan la maxima realización de la fórmula de Lord Acton sobre el poder absoluto. Los gobiernos militares siempre tuvieron en Argentina dos departamentos: los asesinos, especializados en amedrentar a los díscolos, y los ladrones, dedicados a embolsar coimas y vajillas. Onganias y Krieger Vassenas, Videlas y Martinez de Hoces.

En el kirchnerismo, todo se reúne en una sola familia, una sola corona.



Pero tanto hay otra cosa que los Kirchner tienen en común con sus predecesores fascistas y bolcheviques y con sus antiguos camaradas de la JP y Montoneros: ser una minoría que no podría nunca ganar por sí sola más de un 10 % de los votos sin disponer de una crisis descomunal -como las que les abrieron las ventanas de palacio- o un poder absoluto y prolongado por décadas, que permita acallar el disenso, disolver el pensamiento crítico y reescribir la historia por vía de la propaganda de los escribas a sueldo del régimen (los bien llamados escritores y pensadores "comprometidos")

Cara a los comicios que se avecinan, los Kirchner se encuentran con el dilema de no haber tenido el poder de degollar y encarcelar a los campesinos rebeldes como Lenin y Stalin ni el tiempo para que los que esperan en vano levantarse de la lona en la que los pone la megadevualuación y la dictadura del lumpenproletariado se olviden de votar en contra, esa vieja y peligrosa forma argentina de venganza por harakiri.

Lo saben, y redoblan esfuerzos en armar sociedades por testaferros y preparar una salida que les evite el final a lo Ceaucescu que espera a los discípulos de Robespierre.

Junio se acerca....La clase de poder que acumulan los Kirchner y los Ceaucescus se desmorona mucho más rápido que la de los que tienen algún grado de calidez humana o carisma.

En 1989, Ceaucescu salió a arengar al pueblo a la plaza como durante 40 años... y recibió silbidos. Los silbidos aumentaron, los vieron por TV, la plaza se llenó y Ceaucescu se fue detenido por sus propios funcionarios que lo pusieron convenientemente en el paredón para que no hablaran de más.

La Historia suele repetirse, particularmente para quienes no la estudian.



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Referencias

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1 comment:

Bioy said...

Excelente resumen de la "carrera" y metodologías de los Kirchner, Camús. Muy útil también su investigación y recopilación de esas imágenes para que nuestros ojos mentirosos duden de las sinceras palabras de nuestros políticos de franquicia.
Su último nivel de análisis hila fino y bien: muestra el cóctel "facho-bolchevique" que ha caracterizado al camporismo y montonerismo peronista desde su inicio.
En su libro sobre Historia del Peronismo, tomo La Violencia 1956-1999, Hugo Gambini recordaba la reacción de Perón a los atentados montoneros y del ERP tras la asunción de Cámpora: "qué quieren? No se dan cuenta que ganamos?"
El que no se daba cuenta de para qué querían ganar era él: entonces, como ahora, el triunfo es un medio para la venganza, no para la mejora.
Basta con ver cómo hoy los KK usan los Derechos Humanos y las retenciones (y otras cosas) para perseguir a quienes consideran sus enemigos "de clase".
Esa es la categoría de exterminio del leninismo: al calificar a los productores rurales de "oligarquía" y "SRA" no hacen más que eso. Y al tratar de destruírlos -en lugar de captarlos, como hubiesen hecho fácilmente Perón o Menem- no les importa destruír los fondos que necesitan para comprar votos.
La venganza es el placer de los dioses porque es un placer caro...