El gobierno del economista Mario Monti ha tomado el toro por las astas para enfrentar la crisis terminal del "estado benefactor" de Italia.
Los males son comunes a toda la zona mediterranea del Euro e incluye las mismas distorsiones populistas que han instalado en America Latina los gobiernos bolivarianos:
- Mercado laboral manejado corporativamente, con "cupos" controlados por sindicatos en casi todas las profesiones -de médicos a taxis- que mantienen en el paro a un tercio de os jóvenes.
- Impuestos que llegan al 50 por ciento del PBI combinados con un 50 % de evasión -Italia es famosa por aumentar su ingreso por habitante anual mientras su producto baja- que generan una deuda creciente del 120 % del PBI.
- Empleo en negro, generado por legislación laboral que penaliza el empleo legal
- Sistema de jubilaciones y pensiones universal en quiebra, con 2.5 contribuyentes por cada jubilado.
- Seguro de desempleo quebrado
- Tasas de riesgo que llegaron al 7 % -el limite del default- antes de la caida del gobierno de Berlusconi
- Monopolios estatales deficitarios y mal administrados en todas las áreas clave.
- Capitalismo de "amigos", con oligopolios tradicionales que nombran legisladores y crean sus propias leyes para impedir la competencia y dictar precios cartelizados a una clientel cautiva
Como consecuencia de estas realidades, Italia es uno de los países mas caros de Europa para vivir y uno de los menos atractivos para invertir en nuevos negocios.
Monti ha lanzado un plan de reformas que ataca al centro de los problemas, basado en:
- Abrir la economía a competencia en todas las áreas, eliminando cupos laborales y posiciones monopólicas y oligopólicas
- Simplificar y poner en marcha un sistema de recaudación impositiva serio
- Flexibilizar los contratos de trabajo haciendo mas sencillo emplear y bajando los costos laborales
- Subir las edades jubilatorias y migrar a un sistema de seguros privados de pensión similares a los de Chile y Estados Unidos
El mayor desafío que enfrenta Monti es la endiablada madeja de intereses creados por 60 años de clientelismo y economía populista de corte corporativo -una herencia del fascismo que, como en España y Portugal, se traslado a la democracia en la posguerra.
Los gremios y los amigopolios -como el grupo económico del defenestrado Berlusconi- han lanzado ya sus grupos de presión y de choque contra las reformas que todos anunciaban en el pasado para ganar votos pero nadie implementaba para no perderlos.
Monti tiene a su favor tres fuerzas importantes: la situación desesperante de todos los países meditarraneos de la zona Euro y en particular la exposición a la deuda griega; su prestigio y trayectoria personal -una combinación de competencia y ética que contrasta radicalmente con el berlusconismo- y finalmente, la credibilidad del plan en sus manos, que ha reducido el riesgo pais a la mitad alejando el fantasma del default.
Por supuesto, las voces de quienes quieren mantener lo insostenible claman por el default, que -como en el caso de Argentina- es la manera mas sencilla de licuar las deudas empresarias y devolver liras por euros a los ahorristas y quienes viven de sueldos.
Pero el ejemplo argentino esta muy vigente para los europeos que ven como tras una década los parias financieros siguen con un 40 % de población viviendo en la pobreza estructural.
Los italianos saben que sin Monti, el caos es inevitable y se preparan para apretarse el cinturon y tratar de reconvertir el sistema del subsidio al paro, el mercado negro y el ocio para restablecer una economía viable.
Pero -y los primos argentinos (que eligen senadores italianos) son un ejemplo cercano- nada garantiza que los ciudadanos de países habituados al estado de beneficencia no prefieran votar por el suicidio social "igualitario" que promete un default antes que por el sacrificio económico que requiere una economía sostenible.
El economista Vito Tanzi -que tuvo una decada de experencia con el default argentino- explica las alternativas elocuentemente
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